MANCHAS BLANCAS EN LA CARA, ¿QUÉ HACER?

La aparición de manchas blanquecinas faciales en la edad infantil es un motivo de consulta frecuente tanto en las consultas de pediatría como en las de dermatología.  Suelen corresponder en la mayoría de casos a un trastorno conocido como PITIRIASIS ALBA o DARTROS VOLANTE.
Típicamente se presentan como áreas de hipopigmentación con una fina descamación superficial localizadas fundamentalmente a nivel de las mejillas o miembros superiores, y son particularmente más evidentes al final del verano, cuando el resto de la piel está más bronceada. No suele asociarse a quemazón o prurito. Parece que representa una dermatitis subclínica, es decir tan leve, que no llegamos a ver las lesiones propias de eccema como tal, objetivando sólo el residuo blanquecino que permanece tras esa leve inflamación cutánea.  Puede aparecer de forma aislada o en el contexto de una dermatitis atópica.

Muchos padres acuden preocupados a consulta pensando que pueda tratarse de una infección cutánea fúngica (producida por hongos) o un vitíligo. La diferencia con las infecciones fúngicas, como la pitiriasis versicolor por ejemplo, es que ésta última suele verse a partir de la adolescencia y en otras localizaciones corporales como la espalda o la región pectoral.  Por otro lado, el vitíligo se presenta con lesiones totalmente acrómicas o sin pigmento, y suele distribuirse en el área periocular o peribucal o en zonas sometidas a roce, como las rodillas, codos, tobillos o el área del cinturón.

A pesar de que es una patología de comportamiento muy benigno y que no reviste ningún problema (salvo el cosmético), su tratamiento no suele ser muy efectivo. La aplicación de emolientes faciales que contienen urea al 3-5% puede mejorar la pitiriasis alba, así como la aplicación de corticoides tópicos de baja potencia o inhibidores de la calcineurina (como el pimecrolimus o el tacrolimus) durante períodos controlados de tiempo. No obstante, la buena noticia es que mejora considerablemente con el tiempo, y suele llegar a ser muy poco perceptible cuando el paciente alcanza la adolescencia. 

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